Una Buena Siembra, Una Buena Cosecha.
- Rolando Medina
- 20 dic 2016
- 2 Min. de lectura

La Familia; Crisis y Oportunidades.
Una pareja, dueña de una gran extensión de tierra, una tierra fértil y bañada por un gran manantial, esta pareja vivía en profunda pobreza, pues nunca se preocupaban de cultivar y sacar cosecha de su campo, ignoraban que bajo sus pies había un fértil y productivo campo.
Él se preocupaba más, por buscar riquezas en otros lugares y ella pasaba los días lamentándose de cómo las tierras de sus vecinos estaban verdes y abundantes de frutos, pero no era un problema de recursos ya que tenían las herramientas necesarias para cultivar, tampoco era un problema de incapacidad, el problema era su incredulidad, pues pensaban que su tierra era infértil, pues nunca se dieron a la tarea de sembrar, aun una pequeña semilla de mostaza, que es la más pequeña de todas las semillas.
Su campo aunque fértil y regado por el manantial, estaba lleno de maleza, cualquiera se podría perder en medio de la espesa vegetación mal cuidada, un día, cansados de su situación de pobreza y de ver a sus vecinos vivir de sus propios campos, se tomaron de sus manos y hablando sinceramente, decidieron dos cosas:
Trabajar en su campo y no salir a buscar riquezas a otro lugar, sino esforzarse y hacer florecer y fructificar su campo.
No lamentarse más, ni comparar su campo con los demás campos, sino hacer del suyo un hermoso y lindo campo.
Comenzaron con afilar las herramientas, sacaron del almacén las viejas palas y los oxidados rastrillos, las afilaron y las limpiaron y de esa manera arrancaron toda la maleza que ahogarían la semilla que más a delante sembrarían.
Ya con el campo sin maleza, pasaron el arado para preparar el suelo y dejarlo apto para la siembra, fueron días de mucho trabajo y de mucho esfuerzo, pero era su campo y eso les daba más fuerzas para seguir trabajando hasta muy tarde.
Ahora llegaba el trabajo clave, escoger la semilla para la siembra, pues el éxito de la cosecha dependía del tipo de semilla que sembraría, debía ser una semilla sana y fuerte, resistente a las enfermedades y a las plagas y justamente esa semilla sembraron, una semilla sana, fuerte y resistente.
Ahora todo dependía del cuidado y de la dedicación que tuvieses con su campo y su siembra, cada día lo regaban y no dejaban que el sol inclemente de muchos días lo secaran. Lo fertilizaban con frecuencia y hacían más fuerte su cultivo, a cada síntoma de alguna enfermedad inmediatamente aplicaban el producto para sanar y evitar que se propagara por todo el cultivo dicha enfermedad.
Ya no se preocupaban, ni envidiaban los campos ajenos, ni salían a buscar sus riquezas fuera de su campo, sino que unidos y comprometidos, se esforzaban y trabajaban día a día para hacer de su campo, el más hermoso de todos.
Ahora después de mucho trabajo y esfuerzo gozaban de los frutos dulces de su campo.
Rolando Medina.
Nació en Colombia, casado con Diana M. Torres, Sirve en Ministerio Evangélico Apostólico. Palabra Viva.